Va terminando el buen tiempo y con él las bodas. Pero parece que la temporada quiere ir despidiéndose a lo grande. Este fin de semana tuvimos la suerte de servir el banquete en varias bodas, cada una con diferentes decoraciones y menús, pero todas con algo muy importante en común: grandes dosis de amor.
Comenzamos el viernes con una boda de noche. Habíamos preparado el jardín para el cóctel con mesas de diferentes alturas y mantelería negra con camino beige rústico. Las copas con agua azulada y flores daban un toque de color en una agradable noche de principios de otoño. En el interior, las mesas -unas alargadas y otras redondas- estaban decoradas en tonos más claros: faldón en blanco y un mantel -o camino en caso de las mesas alargadas- con estampado floral clásico en tonos beige y marrones. Y en cada copa, una mariposa de papel con mensajes escritos de puño y letra por los novios agradeciendo la asistencia de los invitados. Por su parte, la mantelería de la barra libre era en tonos albero y rosa, con estampado clásico.
Las zonas chill out con nuestros cómodos sofás blancos, el cuidado jardín y el photocall animando a hacerse una foto delante eran solo alguno de los detalles de esta boda.
El sábado amanecimos con ganas de preparar el siguiente enlace, el de José Ángel y Rosa. La pareja eligió tonalidades claras, idóneas para una boda de día. Preparamos la zona techada de nuestras instalaciones exteriores para que los invitados estuvieran lo más cómodos posibles por si el sol quería lucir en su máximo esplendor. Colocamos mesas de diferentes alturas vestidas con mantelería albero y estampado clásico en tonos rosas, así como mesas de forja a juego con las sillas en un estilo más informal. Las mesas para el cortador de jamón hicieron, como siempre, las delicias de los asistentes.
En el interior de nuestro gran salón, con capacidad para 800 personas, el color predominante fue el celeste y el blanco: los manteles, la cristalería y la decoración de las mesas iban perfectamente conjuntados en estas relajantes tonalidades. Otros detalles, que también eligió la pareja de la tarde, José Carlos y Miriam, fue la mesa de mojitos. Todo el tiempo del banquete, acompañó a la pareja su alter ego más divertido. Y para los más pequeños, instalamos un castillo hinchable en el que pudieron saltar todos los niños y niñas de ambas bodas.
Para cerrar el sábado, nos pusimos en marcha para que el gran salón estuviera preparado a la hora de recibir a los invitados de la última pareja que se casaba este primer sábado de octubre. En el exterior, eligieron una mantelería totalmente blanca, a juego con las sillas plegables de madera utilizadas normalmente en nuestra zona ajardinada, donde colocaron una gran mesa degustación de quesos que fue todo un éxito. En el interior, el rojo y el blanco se alternaban en mantelerías y flores con sabores de la tierra, alta cocina y cómo no, bocados de dulzura.